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Hallan super planeta de núcleo helado y atmósfera muy caliente

diciembre 17, 2009 Deja un comentario


FUENTE | elpais.com

A una distancia de unos 40 años luz hay una estrella enana roja, cinco veces más pequeña que el Sol, y a su alrededor gira a gran velocidad un planeta considerado del tipo de la Tierra por su tamaño, aunque es bastante más grande que nuestro planeta. Es un mundo raro porque, a partir de su radio y su tamaño y del efecto gravitatorio que tiene sobre su estrella, los científicos calculan que tiene una densidad baja y deducen que debe estar compuesto de agua helada, en sus tres cuartas partes, y roca el cuarto restante. Su temperatura superficial ronda los 200 grados centígrados, así que es un horno inhóspito, pero los científicos están entusiasmados porque creen que tiene una atmósfera a su alrededor de 200 kilómetros de espesor y, como está relativamente cerca, el telescopio Hubble puede intentar verla directamente y medir sus propiedades. El hallazgo se da a conocer en la revista Nature.

«Un planeta tan pequeño en órbita de una estrella distinta del Sol es un hallazgo extraordinario», afirma Geoffrey Marcy, astrónomo de la Universidad de Berkeley (California) y uno de los más famosos cazadores de planetas extrasolares, que comenta el descubrimiento de David Charbonneau y sus colegas en Nature.

El nuevo planeta se llama GJ1214b y está en órbita de GJ1214. Por tamaño, está entre la Tierra y los gigantes helados Urano y Neptuno de nuestro Sistema Solar. Sólo otro de los más de 400 planetas extrasolares descubiertos hasta ahora se considera también de tipo Tierra, definición que exige que el cuerpo tenga una masa comprendida entre una y 10 veces la terrestre. El otro, denominado Corot-7b, es más pequeño, con un radio de 1,7 el terrestre, mientras que el de GJ1214b es 2,7 veces el de nuestro planeta. También debe ser diferente la composición puesto que si este último estaría compuesto casi en su totalidad de agua, el Corot-7b sería rocoso.

El descubrimiento de GJ1214b es importante también por el método con el que se ha logrado detectar su existencia. No ha sido un enorme observatorio el primero en verlo, sino una batería de ocho pequeños telescopios (en Mount Hopkins, Arizona) de tamaño parecido a los que pueden utilizar muchos astrónomos aficionados (40 centímetros de diámetro), con unas buenas cámaras y un plan de observación ingenioso. Se trata del programa MEarth, diseñado para observar unas 2.000 estrellas enanas rojas y ver si en alguna se produce una caída periódica de su brillo. Esto puede indicar que un cuerpo en órbita del astro se ha cruzado por delante, en la línea de visión de la Tierra.

El mini-eclipse, una vez que se descarta que es otra estrella la que se ha cruzado, es un buen indicador de la existencia de un planeta. Este método de tránsito se utiliza con telescopios mucho más potentes que los del MEarth para buscar planetas alrededor de estrellas como el Sol, cuyo brillo cae una diezmillonésima parte cuando pasa un planeta por delante. Pero al buscar alrededor de estrellas pequeñas, las enanas rojas, la caída del brillo es proporcionalmente mucho mayor y está al alcance de los telescopios de 40 centímetros.

En el caso de GJ1214b, las observaciones indican que da una vuelta completa a su pequeña estrella cada 38 horas (en lugar de 365 días, como la Tierra alrededor del Sol) a una distancia 70 veces inferior a la de nuestro planeta a nuestra estrella (unos 150 millones de kilómetros).

«El hecho de que nosotros hayamos encontrado la supertierra utilizando un telescopio pequeño situado en tierra, significa que cualquiera con un telescopio similar y una buena cámara puede detectar también uno», afirma Charbonneau, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics y líder del programa MEarth, en un comunicado de dicha institución.

Para obtener más datos de GJ1214b tras su descubrimiento, los astrónomos han recurrido al espectrógrafo Harps del telescopio de 3,6 metros de diámetro situado en el observatorio de La Silla (Chile), del observatorio Europeo Austral (ESO).


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Url: http://elboligrafo.es/2009/12/17/super-planeta-helado-caliente/

Las lunas de Júpiter y Saturno reúnen las condiciones para la vida

diciembre 17, 2009 Deja un comentario

FUENTE | abc.es

Los científicos han creído tradicionalmente que la vida sólo puede originarse dentro de la denominada «zona habitable» de un sistema, en el que un planeta podría ser ni demasiado caliente ni frío por la distancia de su estrella para que el agua en estado líquido pueda mantenerse sobre su superficie.
Pero de acuerdo con el científico planetario Francis Nimmo, evidencias de las recientes misiones de la NASA sugieren que las condiciones necesarias para la vida pueden existir igualmente en los satélites helados de Saturno y Júpiter.
«Si esas lunas son habitables, cambia todo el concepto de la zona habitable», declaró Nimmo, un profesor de la Universidad de California en Santa Cruz. «Cambia nuestro pensamiento sobre cómo y dónde podemos encontrar vida fuera del Sistema Solar», opina.
Nimmo ha expuesto sus planteamientos sobre el impacto de la dinámica del hielo en la habitabilidad de las lunas de Júpiter y Saturno este martes en la reunión anual de la American Geophyisical Union en San Francisco, informa Science Daily.
La luna de Júpiter Europa y la de Saturno Encelado, en particular, han llamado la atención por las evidencias sobre la existencia de océanos de agua líquida que puede haber bajo sus superficies heladas. Esta evidencia, junto a descubrimientos de vida microbiana en respiradores hidrotermales en las profundidades marinas de la Tierra, sugiere que algunas de esas lunas heladas puedan albergar vida.
«El agua líquida es un requisito para la vida con el que cualquiera puede estar de acuerdo», afirma Nimmo. Las superficies heladas pueden aislar océanos profundos, cambian y se fracturan como placas tectónicas, y median el flujo de material y energía entre las lunas y el espacio.
Varias líneas de evidencia muestran la presencia de océanos subterráneos en Europa y Encelado, declara Nimmo. En 2000, por ejemplo, la sonda Galileo de la NASA midió un campo magnético anómalo en torno a Europa que fue atribuido a la presencia de un océano bajo la superficie. En Encelado, Cassini descubrió geiseres que emanaban cristales de hielo a miles de kilómetros de altura, lo que sugiere que la existencia de, al menos, depósitos de agua en el subsuelo.
El agua líquida no es fácil de encontrar en las vastas extensiones más allá de la órbita terrestre, Pero de acuerdo con Nimmo, las mareas podrían preservar de la congelación océanos bajo la superficie de lunas como Encelado y Europa. Ambas cuentan con órbitas que se alejan o acercan a sus planetas, creando fuerzas gravitacionales que pueden actuar de esa forma sobre las concentraciones de agua bajo la superficie.
Ambas lunas albergan fuentes potenciales de elementos químicos esenciales para la vida
Si hay que elegir un candidato para albergar vida, este experto señala que Encelado es tan pequeña y su capa de hielo tan fina que sus posibles océanos de subsuelo pueden helarse periódicamente, haciéndolos inhabitables. Sin embargo, Europa tiene el tamaño perfecto para calentar sus océanos de forma eficiente.
El núcleo y la superficie de estas lunas alberga fuentes potenciales de elementos químicos esenciales para la vida. La radiación solar y los impactos de cometa dejaron un rastro químico en la superficie.
Para sostener organismos vivos, esos elementos químicos deberían llegar al subsuelo de agua líquida y esto puede ocurrir periódicamente a través de fisuras de hielo. Las moléculas orgánicas también pueden provenir de los núcleos de estas lunas, según Nimmo.
Esos nutrientes podrían alimentar comunidades parecidas a las que se desarrollan en las fumarolas termales submarinas en la Tierra.


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